REUNIÓN DE VOCES®
Revista literaria virtual Nº 25
Editorial
Tal vez la locura sea una
perturbación patológica de las facultades mentales o solo una acción poco
prudente, insensata, sin razonamiento, sin juicio.
Muchos consideran que es un
comportamiento opuesto a las normas sociales establecidas.
Etimológicamente hablando,
locura significa desviado del surco recto.
Dadas estas definiciones,
ningún hombre en el mundo puede escapar a ser incluido en el mundo de los
locos.
Locos aquellos que vuelan
tras sus ideales, los que desmayan de amor, los que no pueden o quieren cargar
con sus dolores y no se encuentran en el espejo.
Los que pierden su nombre en
la indiferencia, los que les dan batalla a los molinos de viento o se blindan
el alma par escapar de las realidades que lastiman.
Por último, la locura de los
poetas, esos “desquiciados” de la palabra que pueden embellecer la más dura
verdad con su canto.
Gabriela Delgado
LA LOCURA
Los clásicos
Cada día, cada noche
Cada día
me levanto sin nombre,
y en la nuca
una sombra
tenaz, ajena, a filo,
me acusa desde siempre;
y la culpa
total, indescifrable,
entera, me usurpa,
no sé quién soy, me oculto, huyo,
y me pierdo extranjera.
Hasta sentir,
cada noche,
una luz
fiel, entrañable, mansa,
que vuelca desde siempre
río, libélulas, sol, trébol
en mi cabeza más lejana,
y le apoya
alguna, aquella mano;
y cuando empiezo a recordarme,
un ruido sucio, espeso,
de sombra,
se interpone en la nuca
y despierto
sin nombre.
Cada día
me levanto sin nombre,
y en la nuca
una sombra
tenaz, ajena, a filo,
me acusa desde siempre;
y la culpa
total, indescifrable,
entera, me usurpa,
no sé quién soy, me oculto, huyo,
y me pierdo extranjera.
Hasta sentir,
cada noche,
una luz
fiel, entrañable, mansa,
que vuelca desde siempre
río, libélulas, sol, trébol
en mi cabeza más lejana,
y le apoya
alguna, aquella mano;
y cuando empiezo a recordarme,
un ruido sucio, espeso,
de sombra,
se interpone en la nuca
y despierto
sin nombre.
Amelia
Biagioni (Argentina)
Los locos
A
los locos no nos quedan bien los nombres.
Los demás seres
llevan sus nombres como vestidos nuevos,
los balbucean al fundar amigos,
los hacen imprimir en tarjetitas blancas
que luego van de mano en mano
con la alegría de las cosas simples.
Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios,
los pobres Juanes y los taciturnos Sergios,
los Alejandros con olor a mar!
Todos extienden, desde la misma garganta con que cantan
sus nombres envidiables como banderas bélicas,
tus nombres que se quedan en la tierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.
Pero los locos, ay señor, los locos
que de tanto olvidar nos asfixiamos,
los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,
cómo vamos a andar con los nombres a rastras,
cuidándolos,
puliéndolos como mínimos animales de plata,
viendo con estos ojos que ni el sueño somete
que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?
Los locos no podemos anhelar que nos nombren
pero también lo olvidaremos.
Los demás seres
llevan sus nombres como vestidos nuevos,
los balbucean al fundar amigos,
los hacen imprimir en tarjetitas blancas
que luego van de mano en mano
con la alegría de las cosas simples.
Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios,
los pobres Juanes y los taciturnos Sergios,
los Alejandros con olor a mar!
Todos extienden, desde la misma garganta con que cantan
sus nombres envidiables como banderas bélicas,
tus nombres que se quedan en la tierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.
Pero los locos, ay señor, los locos
que de tanto olvidar nos asfixiamos,
los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,
cómo vamos a andar con los nombres a rastras,
cuidándolos,
puliéndolos como mínimos animales de plata,
viendo con estos ojos que ni el sueño somete
que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?
Los locos no podemos anhelar que nos nombren
pero también lo olvidaremos.
Roque
Dalton (El Salvador)
El canto del cisne
Demencia:
el
camino más alto y más desierto.
Oficio
de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan
los extravíos;
tosen
las muecas
y
descargan sus golpes
afónicas
lamentaciones.
Semblantes
inflamados;
dilatación
vidriosa de los ojos
en
el camino más alto y más desierto.
Se
erizan los cabellos del espanto.
La
mucha luz alaba su inocencia.
El
patio del hospicio es como un banco
a lo
largo del muro.
Cuerdas
de los silencios más eternos.
Me
hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A
quién llamar?
¿A
quién llamar desde el camino
tan
alto y tan desierto?
Se
acerca Dios en pilchas de loquero,
y
ahorca mi gañote
con
sus enormes manos sarmentosas;
y mi
canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
Jacobo
Fijman (Moldavia-Argentina)
Yo sé…
Yo sé que de la saliva de aquel loco
brotó el ramo rojo de rosas,
brotaron las constelaciones,
el aéreo andar
que redime la planta encanecida.
¿Por qué la cruz se parece a una estrella?
¿Por qué el polvo me invita
en medio de la noche esplendorosa
y cuando nos parecemos al Oculto,
los coquíes,
en su pulso virtual del acto,
apagan todo mar enamorado?
Hay algo en el mundo que no cesa.
Tal vez el diapasón en desvarío,
la rosa que es eterna en el instante,
el peregrino que cesa por amor
hacia el otro que sube
en su fatal domingo de inocencia.
Yo no puedo
esperar
la palabra,
ser el maestro loco que afina el horizonte.
(Cristo viene y me trae
el rosal).
Lo entrego al Dirigente del rocío,
al fundador del alba
en la isla de todas las reconciliaciones.
Francisco Matos Paoli (Puerto Rico)
Yo sé que de la saliva de aquel loco
brotó el ramo rojo de rosas,
brotaron las constelaciones,
el aéreo andar
que redime la planta encanecida.
¿Por qué la cruz se parece a una estrella?
¿Por qué el polvo me invita
en medio de la noche esplendorosa
y cuando nos parecemos al Oculto,
los coquíes,
en su pulso virtual del acto,
apagan todo mar enamorado?
Hay algo en el mundo que no cesa.
Tal vez el diapasón en desvarío,
la rosa que es eterna en el instante,
el peregrino que cesa por amor
hacia el otro que sube
en su fatal domingo de inocencia.
Yo no puedo
esperar
la palabra,
ser el maestro loco que afina el horizonte.
(Cristo viene y me trae
el rosal).
Lo entrego al Dirigente del rocío,
al fundador del alba
en la isla de todas las reconciliaciones.
Francisco Matos Paoli (Puerto Rico)
Pero ya no hay
locos
Ya
no hay locos, amigos, ya no hay locos.
Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto y... ni en España hay locos. Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo. Oíd... esto, historiadores... filósofos... loqueros... Franco... el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios, en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho, y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno, con el pulso normal, con la lengua en silencio, los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos... El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios... y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo... ¡cuerdo!, sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro. ¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros). ¿Cuándo enloquece el hombre? ¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos absurdos y blasfemos y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y obscenos? ¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo: No es verdad. Dios no ha puesto al hombre aquí, en la Tierra, bajo la luz y la ley del universo; el hombre es un insecto que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello? ¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto, loqueros), cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos, inmensamente abiertos, sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento? ¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma y los resortes del cuerpo y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro gesto? Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos que el orín de los perros; si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos categoría que el estiércol; si no es ahora... ¿cuándo se pierde el juicio? Respondedme loqueros, ¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo del cerebro? Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto y... ¡Ni en España hay locos! ¡Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo! ... ¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro! Este reloj..., este cerebro, tic-tac, tic-tac, tic-tac, es un reloj perfecto... perfecto, ¡perfecto! |
|
León Felipe (España)
Un loco
Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra estéril y raída donde la sombra de un centauro yerra. Por un camino en la árida llanura, entre álamos marchitos, a solas con su sombra y su locura va el loco, hablando a gritos. Lejos se ven sombríos estepares, colinas con malezas y cambrones, y ruinas de viejos encinares, coronando los agrios serrijones. El loco vocifera a solas con su sombra y su quimera. Es horrible y grotesta su figura; flaco, sucio, maltrecho y mal rapado, ojos de calentura iluminan su rostro demacrado. Huye de la ciudad... Pobres maldades, misérrimas virtudes y quehaceres de chulos aburridos, y ruindades de ociosos mercaderes. Por los campos de Dios el loco avanza. Tras la tierra esquelética y sequiza ?rojo de herrumbre y pardo de ceniza? hay un sueño de lirio en lontananza. Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano! ?¡carne triste y espíritu villano!?. No fue por una trágica amargura esta alma errante desgajada y rota; purga un pecado ajeno: la cordura, la terrible cordura del idiota. Antonio Machado (España)
Una hora de locura
y de dicha
¡Una hora de locura y de dicha! ¡Oh, locura furiosa, no me encierres! (¿Qué será esto que me desata en tormentas? ¿Qué significan mis gritos entre relámpagos y huracanes?) ¡Oh, beber los delirios místicos más hondamente que cualquier otro! ¡Oh, los salvajes y tiernos dolores! (Hijos míos, os los dejo en herencia, Yo tengo mis razones para contarlos, hombre y mujer.) ¡Oh, entregarme a ti, quienquiera que seas, y que tú te entregues a mí a despecho del mundo! ¡Oh, regresar al Paraíso! ¡Oh, pudorosa y femenina! ¡Oh, atraerte a mí, o hacer que sientas por primera vez el beso de un hombre! ¡Oh, el enigma, el enigma triple, el estanque oscuro y profundo, desatados e iluminados! ¡Oh, volar a la región en la que hay por fin espacio y aire suficientes! Librarse de previas ataduras y convenciones, yo de las mías, tu de las tuyas, ¡Descubrir una nueva indolencia insospechada en lo mejor de la Naturaleza! ¡Librarme, al fin, de la mordaza! Sentir, hoy o cualquier otro día, que me basto tal como soy. ¡Oh, algo no demostrado! ¡Oh, algo en un sueño! ¿Escapar de las anclas y de las trabas de los demás! ¡Avanzar libremente! ¡Amar libremente! ¡Lanzarme temerario y peligroso! ¡Desafiar a la destrucción con burlas y con invitaciones! ¡Ascender, llegar al cielo del amor para mí prefijado! ¡Elevarme allí con mi alma embriagada! ¡Perderme si es preciso! ¡Colmar el resto de mi vida con una hora de locura y de libertad! ¡Con una breve hora de locura y de dicha! Walt Whitman (Estados Unidos)
Pluma abierta
Locos por un
día
Hoy
tengo ganas de pintarme con estrellas,
de ser la mujer invisible, tengo miedo de la gente cuerda que trepa escaleras mecánicas adentro de sus trajes de oficina, para ellos despegar los pies de la tierra siempre despertó sospechas, y yo, yo estoy volando alto, - ¡Bienvenida locura!, entremos en los subterráneos de Buenos Aires, para maquillar las miradas de cartón, repartamos sombreros de amapolas, tiremos serpentinas de color, hagamos un baile con la gente cuerda, con tanta cordura aprisionada, ¡no te detengas, locura!, ven conmigo, dejemos que hoy, todos estén bajo sospecha.
Marta
Lía Brossa (Argentina)
Balada para un loco
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé
yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en
vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara
de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en
la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas
clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te
reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me
dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran
azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón
para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao; que un corso de astronautas y niños, con un vals, me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión; y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!... el loco berretín que tengo para vos:
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad, por la ribera de tu sábana vendré con un poema y un trombón a desvelarte el corazón.
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré, sobre el abismo de tu escote hasta sentir que enloquecí tu corazón de libertad... ¡Ya vas a ver!
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport, y vamos a correr por las cornisas ¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor; y un ángel y un soldado y una niña nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!: provoco campanarios con la risa, y al fin, te miro, y canto a media voz:
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí, ponete esta peluca de alondras, ¡y volá! ¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar la mágica locura total de revivir... ¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo... ¡Locos! ¡Locos! ¡Locos! ¡Loca ella y loco yo!
Horacio Ferrer (Uruguay)
Andamios
Trepo a los andamios de la locura
a su alto mirar desde ese niño tornasol que grita por salir en todas las páginas de lo espontáneo
Subo hasta la risa reparadora
hasta la elástica pintura de los gestos
Me arrimo a la fachada de esta
casa
vuelco en ella todas las luces y todos los asombros Una fiesta de disfraces se proyecta de cuerpo entero en cada grieta en cada mancha y van surgiendo niños desde las paredes niños locos que en sus manos preservan ese color que alguna vez olvidamos
Juany Rojas (Chile)
Resistamos
resistamos en todas las esquinas resistamos bajo la lluvia o las balas contra la tumba diabólica contra los enquistados y el poder aunque quemen los ojos y fusilen por mayor resistamos con la palabra con la pluma y el alarido con el alma y la razón resistamos pájaros en mano con canciones de otoños y encrespadas nubes en los ríos y avenidas en los puertos o mar adentro resistamos hermanos resistamos resistamos el pié que aplasta la mano que señala la otra con el puñal en alto la cachetada de hielo la maldición de los energúmenos con volcanes en la mirada con abrazos huracanados (abrazándonos) con las espaldas erguidas con la piel transparente con la sangre bien roja resistamos esta muerte con nombre y apellido estos inviernos autoritarios estos engendros miserables resistamos resistamos hermanos que pronto saldremos y resistieron y salieron y a los gritos pidieron volver y volvieron y el loquero quedó nuevamente en paz Francisco José Malvárez (Argentina)
La loca
Tengo síntomas que agravan las palabras. Cambio los cubiertos, altero al invitado. Soy la que quiere saber qué es lo que sigue cuando todos se levantan de la mesa, la que escribe sin puntos, la que arrastra los besos de un recuerdo que olvida. La reina, la amante, la que no tiene sitio, la que no busca quicio. Una lengua ungida por su cuerpo. La que empuja con saliva el mar. Mónica Melo (Argentina)
Punto sombrío
Mente. Belleza compleja y desafiante en permanente adopción de un cuerpo. Nativos del pensamiento se ahuecan asustados por el contorno de mis ojos. Situación limite. Llegó el punto cero y vació mis recuerdos. Poco a poco el frío intenso y desalineado del miedo gira en el espacio, y me introduce hacia la minúscula célula agrietada. Siluetas expectantes y enigmáticas, me esperan, me envuelven entre sombras y lágrimas rosadas. Tapo con mis manos una luna ausente, quebrando los muros de mi cordura, mientras mis pies descalzos y sangrantes ascienden como alfombra roja en el aire, hacía la majestuosa atmósfera de la locura. Mary Acosta (Argentina)
Síntomas
A un paso del borde Sentimiento de liviandad. A centímetros de la pared Alas de libertad. Piden silencio, grito. Piden calma, grito. A minutos de la muerte Vicios de eternidad. Ante el borde, salto. Frente a la pared, choco. Y golpeo Son sólo otros síntomas del desborde. Pablo Daniel Ovin (Argentina) |
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