Editorial
El silencio es uno de los argumentos más difícil de
refutar, tanto que “se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para
aprender a callar” decía Ernest Hemingway.
Nosotros, que hacemos de la palabra una forma de vida,
una manera de respirar, estamos obligados a usarla como un caro perfume, sobre
el exacto lugar en la piel, sin excesos, sin derroches, valorando cada punto,
cada silencio, a fin de que tome vuelo y sea para los que la leen o la escuchan
un remanso para todos los sentidos.
Habla sólo cuando tu palabra valga más que tu silencio.
Gabriela Delgado
Los clásicos
La palabra
La palabra pregunta y se contesta
tiene alas o se mete en los túneles
se desprende de la boca que habla
y se desliza en la oreja hasta el tímpano
la palabra es tan libre que da pánico
divulga los secretos sin aviso
e inventa la oración de los ateos
es el poder y no es el poder del alma
y el hueso de los himnos que hacen patria
la palabra es un callejón de suertes
y el registro de ausencias no queridas
puede sobrevivir al horizonte
y al que la armó cuando era pensamiento
puede ser como un perro o como un niño
y embadurnar de rojo la memoria
puede salir de caza en silencio
y regresar con el morral vacío
la palabra es correo del amor
pero también es arrabal del odio
golpea en las ventanas si diluvia
y el corazón le abre los postigos
y ya que la palabra besa y muerde
mejor la devolvemos al futuro
Mario Benedetti (Uruguay)
Yo persigo una forma...
Yo
persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible dela Venus
de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión dela Diosa ;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
Rubén Darío (Nicaragua)
Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.
Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.
Roberto Juarroz (Argentina)
Sueño o prodigio de la lejanía
Al borde de mi país traía
Al borde de mi país traía
Esperando a que la Norna antigua
En su fuente el nombre hallara -
En su fuente el nombre hallara -
Después denso y fuerte lo pude asir
Ahora florece y por la región reluce...
Ahora florece y por la región reluce...
Un día llegué de viaje feliz
Con joya delicada y rica
Con joya delicada y rica
Buscó
largamente e hízome saber:
«Sobre el profundo fondo nada así descansa».
«Sobre el profundo fondo nada así descansa».
Entonces de mi mano se escapó
Y nunca el tesoro mi país ganó...
Y nunca el tesoro mi país ganó...
Así aprendí
triste la renuncia:
Ninguna cosa sea donde falta la palabra.
Ninguna cosa sea donde falta la palabra.
Martín
Heidegger (Alemania)
Versión castellana de
Yves ZimmermannY si después de tantas palabras...
¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
César Vallejo
(Perú)
Pluma abierta
Nada más que palabras
Las palabras
amor mío,
viven
más que nosotros.
Las palabras
juntos, hijos, amanecer,
seguirán existiendo
y serán parte del temblor
al hacer el amor
o al llorar.
Como un legado
irán de boca en boca,
de mirada en mirada,
en el tiempo
y el mundo.
Y como un atavismo
extendiendo la mano
sobre la otra almohada,
diremos las palabras
abrazando al vacío.
Y escribimos
Amor.
Nada más que palabras.
Susana Siveau (Argentina)
Se adelantan
palabras
desde lejos y solas
en un ir desde la rapidez
de aguas o vientos
vienen insobornables
arrastran quejas y heridas
golpean en un oscuro lecho
con ruidos universales
penetran en el fondo
de bocas que reclaman
el amor extinguido
y resurgen los cuerpos
se hace luz el llamado
desde un fuego interior
vertebrales acentos
dan vida todavía
Alberto Luis Ponzo (Argentina)
Ser palabra
A Carina Paz
Fue en su grito de noche a la deriva
donde palpe el silencio
en su esplendor de vuelo consagrado a
la fidelidad de la intemperie
y fue en su desnudez en cautiverio
donde me alimentaron
esas migajas de universo destellando
como soles oscuros.
Ya estaba allí el rostro de su sombra
el rastro majestuoso del abismo que le
otorgo temblor y desmesura.
Cuando extendió su harapo de agonía
domesticando cicatrices antiguas
nos condujo al umbral de una
penumbra vertiginosa y prodiga
expuesta a transparencia subterránea
a trascendencia en lo inconcluso.
Algo más fuerte que el dolor sostiene
su resistente fragilidad
frente al soborno del hambre y al
mandato del tiempo
mientras sus pies avanzan sobre brasas
de aullidos inaudibles
y un lacerado amor la predestina al
laberinto del lenguaje.
En su hilo de sangre se desangra el
silencio de un Dios que espina lágrimas
de prometido desamparo
y el ángel la destierra a un exilio de
duda vulnerable.
Ella yacía intacta de presagios en su crisálida
de musgo
invisible a si misma
inasible en si misma
y una noche, abierta hacia el adentro
su oceánica voz rompió el capullo para
desperezarse mariposa
en agua quieta, inmóvil, húmeda aun de
sueños y memorias
que imploraban una gota de sed, esa
inefable gota de espejismo sagrado
donde late el crepúsculo.
Centinela de verbo caudaloso,
hija de nadie
asume la vigilia feroz desde un
acantilado de abandonos
despojándose de toda pertenencia y todo
orgullo.
El ocaso la hospeda en un gemido de luz
inapelable.
Y aunque ignore sus meritos
es elegida
la palabra la elije para espejar su
nombre.
Su mendigo misterio de milagro.
María Del Mar Estrella (Argentina)
La palabra
La palabra se adueña
de mí,
se aferra a mis balcones,
propone trapecios y malabares,
visitar palacios, escombros,
me increpa a subir/caer,
descubrir brujos en mi almohada.
Que me torne hueco dispone,
que conozca la sal,
el vino, la herida,
que deje llover sobre mi cabeza todos los frutos,
que sea sismo, aire,
cemento y tango.
Se ufana de mis costillas,
de la fragilidad con que desando el hastío,
está en mi tenedor,
en la ducha, en la escalera,
al este y oeste de mis barrancos,
en los floreros, en la pecera, en los gritos.
La palabra se adueñó de mí.
Soy ahora esclavo
célebre testigo de la belleza...
Gustavo Tisocco (Argentina)
se aferra a mis balcones,
propone trapecios y malabares,
visitar palacios, escombros,
me increpa a subir/caer,
descubrir brujos en mi almohada.
Que me torne hueco dispone,
que conozca la sal,
el vino, la herida,
que deje llover sobre mi cabeza todos los frutos,
que sea sismo, aire,
cemento y tango.
Se ufana de mis costillas,
de la fragilidad con que desando el hastío,
está en mi tenedor,
en la ducha, en la escalera,
al este y oeste de mis barrancos,
en los floreros, en la pecera, en los gritos.
La palabra se adueñó de mí.
Soy ahora esclavo
célebre testigo de la belleza...
Gustavo Tisocco (Argentina)
Mendigo palabra
La palabra se hunde en los rostros
la eternidad se hunde en los rostros
en los rostros que el viento y las arenas del tiempo
van puliendo
en los rostros que la memoria va puliendo
Ahora, fantasma, precaución del silencio
abandono mi cuerpo, salto al vacío
olvido muertes y razones
mendigo
palabra
Adalberto
Polti (Argentina)
BUENÍSIMA SELECCIÓN. Un placer inmenso la lectura.
ResponderEliminarLily Chavez
Gracias Gaby, no sabía que estaba publicado. Un abrazote Gus.
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