Editorial
Si
remontamos la historia, encontraremos las primeras poesías allá por el 2600 AC.
La palabra poesía proviene del término latino poēsis, que a su
vez deriva de un concepto griego. Se trata de la manifestación de la belleza o del sentimiento estético a través de la palabra. Podemos decir cosas maravillosas de ella, pero no hay forma de
definirla. Si alguien pudiera, sería el dueño de su secreto, su exorcismo, su conjuro
y su magia. No podemos poseer su intimidad y su revolución. De todas formas
quiero compartir con ustedes dos aproximaciones magnificas como apertura de
este número de Reunión de Voces.
La primera de Ortega y Gasset: “Poesía es eludir el nombre cotidiano de
las cosas”.
La segunda de Federico García Lorca: "Poesía es la unión de dos
palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como
un misterio".
Y allí vamos en busca del hechizo que nos
regalan tantos poetas en su eterna búsqueda de lo imposible.
Gabriela Delgado
Los clásicos
Arte Poética
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Más no por eso tenemos fuerza;
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El
poeta es un pequeño Dios.
Vicente Huidobro
(Chile)
¿ Qué es poesía?, dices mientras
clavas
en mi pupila tu pupila azul:
¿qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
en mi pupila tu pupila azul:
¿qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Gustavo
Adolfo Bécquer (España)
Oda a la Poesía
Cerca de cincuenta años
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera.
Luego
te convertiste
en copa.
Hermoso
fue
ir derramándote sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota
caída sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.
Pero no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como
náyade vaporosa
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalurgia.
Y seguiste conmigo
andando por el mundo,
pero tú ya no eras
la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas
ahora
con voz férrea.
Tus manos
fueron duras como piedras.
Tu corazón
fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste a no caer de bruces,
me buscaste
compañía,
no una mujer,
no un hombre,
sino miles, millones.
Juntos, Poesía,
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrín fragante
de los aserraderos.
Y no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.
Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza
fuiste
y todos
se acostumbraron a tu vestidura
de estrella cotidiana,
porque aunque algún relámpago delató tu familia
cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.
Y ahora,
Poesía,
gracias, esposa,
hermana o madre
o novia,
gracias, ola marina,
azahar y bandera,
motor de música,
largo pétalo de oro,
campana submarina,
granero
inextinguible,
gracias,
tierra de cada uno
de mis días,
vapor celeste y sangre
de mis años,
porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa
de los pobres,
porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso
y fuego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía,
porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera.
Luego
te convertiste
en copa.
Hermoso
fue
ir derramándote sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota
caída sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.
Pero no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como
náyade vaporosa
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalurgia.
Y seguiste conmigo
andando por el mundo,
pero tú ya no eras
la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas
ahora
con voz férrea.
Tus manos
fueron duras como piedras.
Tu corazón
fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste a no caer de bruces,
me buscaste
compañía,
no una mujer,
no un hombre,
sino miles, millones.
Juntos, Poesía,
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrín fragante
de los aserraderos.
Y no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.
Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza
fuiste
y todos
se acostumbraron a tu vestidura
de estrella cotidiana,
porque aunque algún relámpago delató tu familia
cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.
Y ahora,
Poesía,
gracias, esposa,
hermana o madre
o novia,
gracias, ola marina,
azahar y bandera,
motor de música,
largo pétalo de oro,
campana submarina,
granero
inextinguible,
gracias,
tierra de cada uno
de mis días,
vapor celeste y sangre
de mis años,
porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa
de los pobres,
porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso
y fuego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía,
porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.
Pablo Neruda (Chile)
La poesía
¿Es
arte del demonio o brujería
esto de escribir versos? -le decía,
no sé si a Calderón o a Garcilazo
un mozo más sin jugo que el bagazo.
Enséñame, maestro, a hacer siquiera
una oda chapucera.
-Es preciso no estar en sus cabales
para que un hombre aspire a ser poeta,
pero, en fin, es sencilla la receta.
Forme usted líneas de medidas iguales,
y luego coloca juntas
poniendo consonantes en la punta.
-¿Y en el medio? -¿En el medio? ¡Ese es el cuento!
Hay que poner talento.
esto de escribir versos? -le decía,
no sé si a Calderón o a Garcilazo
un mozo más sin jugo que el bagazo.
Enséñame, maestro, a hacer siquiera
una oda chapucera.
-Es preciso no estar en sus cabales
para que un hombre aspire a ser poeta,
pero, en fin, es sencilla la receta.
Forme usted líneas de medidas iguales,
y luego coloca juntas
poniendo consonantes en la punta.
-¿Y en el medio? -¿En el medio? ¡Ese es el cuento!
Hay que poner talento.
Ricardo Palma (Perú)
Procura de la poesía
No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.
No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.
No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.
Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?
Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.
No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.
No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.
No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.
Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?
Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.
Carlos Drummond de Andrade (Brasil)
Versión
de Manuel Graña Etcheverry
La poesía es un arma cargada de futuro
Cuando
ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando
se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se
dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con
la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía
para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque
vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo
la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago
mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera
daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal
es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No
es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos
sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Gabriel Celaya (España)
Pluma abierta
El habitante
Muchas
veces me ocurre.
Entro
por un poema
lo
recorro y releo, salgo de él
y en
la mitad del viaje
he
cambiado por algo que despertó sonidos
o
recuerdos, paisajes, una ciudad absurda
que
no conoceré,
un
cielo tenso, la esquina imaginaria.
Miro,
dudo ¿soy yo
o
soy el personaje que atravesó el poema?
¿Qué
cicatriz me deja
para
empezar una escritura a ciegas
como
un extraño visitante
que
se dejó tentar por la lectura?
Algo
encendió un destello,
vino
con su relámpago de luz entre la sombra,
convocó
en la mitad del recorrido
la
palabra que estaba más adentro.
Le
soy deudor.
Habitante
fantasma del poema
trazo una escapatoria hacia
otras voces.
Rafael Vázquez (Argentina)
Otra vez la poesía
Otra
vez la poesía
transfigura
mi ser,
y
mana, sangre mía,
perpetuo
río
que
refleja el espacio
desprendido
de mi
y
donde ya no puedo
seguir
siendo.
Otra
vez la poesía
me
muestra lo que queda
de
mí misma,
y me
da lo más vivo de mi historia,
la
invención de mi estar
en
este mundo, en otro,
en
todas sus celestes cavaduras,
aisladas
en multitudes,
allí
donde
la
soledad extiende
su
desierto brillante,
la
existencia de un tiempo que va en busca
de mis perdidos días.
María
Granata (Argentina)
El poeta
Estarán
sobre su mesa
los
papeles en desorden.
Su
voz crecerá breve
y le
acariciará los párpados.
El
brillo de su traje
competirá
con la exigua luz
que
hay en la sala.
Aplaudirán.
Otros
poetas atenderán
al
estricto orden del programa.
Después,
en la calle,
serafines,
querubines, arcángeles
custodiarán
su paso
haciendo
una pausa en el supermercado
para
comprar la oferta del día.
Llegará
a su casa;
pensará
en la fatiga
hasta
alcanzar el primer piso
por
escalera.
En
su mesa habrá un poco de vino
y un
lápiz preparado
para
el sueño que justifique
el
día siguiente.
Entonces
las virtudes, los guardianes,
los
mensajeros, tenderán su cama.
Él
entrelazará los dedos y mirará el cielo raso,
cielo
que no verá el semiólogo
ni
el doctor en letras
ni
tampoco el más conspicuo lector,
no
oyente de poesía.
Julián
Del Campo (Argentina)
Saldo
final
Yo decía que no. Que no.
Que no sería posible porque
uno viene de otro lado
de una ladera oculta de la prosa
ahí, adonde Julio rayuelea
ahí,
en el insomnio adonde los inviernos sobreviven en bollos de papel
en una máquina de escribir vieja que siempre desespera,
en la tecla M que funciona a veces pero fue arreglada por mi padre y
el detalle provoca a escribir sin fundamentos.
Y de pronto surge este espacio de palabras palabritas y palabrotas,
con ese jaque anacrónico, heredado, postizo, incómodo.
Ese calor de pies, de andariegos, de hacer la calle porque sí
ó porque no. O porque se puede. O porque se siga pudiendo.
Parala Historia
no existen tiempos ni manos ni brazos
y de pronto todos pensaron lo mismo y hubo.
Y la máquina sigue ahí, en su silencio cómplice
ahora, cuando yo quiero que explote y llueva prosa,
que sea fronda y avenida, que acantile, que bosquee, que sulfure y brame
que ruja que fluya que integre y denuncie.
Que diga cuándo, en qué momento asumo el desafío tardío.
Y es grave:
finalmente, luego de negarlo por años
creo que soy poeta
porque me duele el lugar
adonde llevo al Pueblo.
Yo decía que no. Que no.
Que no sería posible porque
uno viene de otro lado
de una ladera oculta de la prosa
ahí, adonde Julio rayuelea
ahí,
en el insomnio adonde los inviernos sobreviven en bollos de papel
en una máquina de escribir vieja que siempre desespera,
en la tecla M que funciona a veces pero fue arreglada por mi padre y
el detalle provoca a escribir sin fundamentos.
Y de pronto surge este espacio de palabras palabritas y palabrotas,
con ese jaque anacrónico, heredado, postizo, incómodo.
Ese calor de pies, de andariegos, de hacer la calle porque sí
ó porque no. O porque se puede. O porque se siga pudiendo.
Para
y de pronto todos pensaron lo mismo y hubo.
Y la máquina sigue ahí, en su silencio cómplice
ahora, cuando yo quiero que explote y llueva prosa,
que sea fronda y avenida, que acantile, que bosquee, que sulfure y brame
que ruja que fluya que integre y denuncie.
Que diga cuándo, en qué momento asumo el desafío tardío.
Y es grave:
finalmente, luego de negarlo por años
creo que soy poeta
porque me duele el lugar
adonde llevo al Pueblo.
Diana
Poblet (Argentina)
Que la poesía te toque
Que
la poesía te toque
con
su mano de luz
con
su vuelo de gorrión
con
su aire arriba de la cuerda.
Que
la poesía te toque
con
su ojo de nodriza
con
su lengua de gato
con
su ardor de lluvia nocturna.
Que
la poesía te toque
en
el rincón del desastre
en
el nudo de tu corteza
en
la brumosa pluma de tu seno.
Que
la poesía te toque
y te
hiera de muerte
y te
convierta en tinta
sartén
o
tormenta de espejos.
Que
la poesía te toque
y
sea definitivo
una
cruz
un
hogar de animales salvajes.
Que
la poesía te toque
y
revierta tu realidad
y
pudra tus lágrimas
y
después el feroz umbral
de tu pecho.
Que
la poesía te toque
y la
música para siempre
y
los relámpagos por siempre
y el
despertar siempre.
Que
la poesía te toque
y
tus pies sean
terremoto sobre el
mundo.
Que
la poesía.
Que la poesía te toque.
Carlos
Carbone (Argentina)
Una belleza!!
ResponderEliminarFelicitaciones
Lily Chavez