sábado, 22 de noviembre de 2014

REUNN DE VOCES®

Revista literaria virtual Nº 30


Editorial

Festejo 30 meses consecutivos de Reunión de Voces, esta realidad que fue por mucho tiempo un sueño. Un sueño como tantos otros, esos que son el motor de la vida, que la condimentan, que le ponen alas.
Sinónimo de proyectos, deseos, ideales, aspiraciones, ambiciones, anhelos, fantasías, utopías, quimeras, visiones, los sueños han construido el mundo.
Uno va por la vida buscando indicios que nos lleven hacia ellos.
Vamos conquistando, de su mano, el día a día, nos vamos superando como hombres con esa cuota de imaginación, tan propia de nuestra especie.
Superamos las rocas que nos ofrece el camino.
Casi sorprendidos, hacemos de lo imposible, lo posible.
¿Quien sino los poetas para ponerle voz a los sueños?  
Decía Pedro Calderón de la Barca: “Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Soñemos juntos estos maravillosos poemas.
                                                                     Gabriela Delgado


LOS SUEÑOS



Los clásicos


El sueño


Si el sueño fuera (como dicen) una 
tregua, un puro reposo de la mente, 
¿por qué, si te despiertan bruscamente, 
sientes que te han robado una fortuna? 

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora 
nos despoja de un don inconcebible, 
tan íntimo que sólo es traducible 
en un sopor que la vigilia dora 

de sueños, que bien pueden ser reflejos 
truncos de los tesoros de la sombra, 
de un orbe intemporal que no se nombra 

y que el día deforma en sus espejos. 
¿Quién serás esta noche en el oscuro 
sueño, del otro lado de su muro?

                                        Jorge Luis Borges (Argentina)



Un sueño
¡Recibe en la frente este beso!
Y, por librarme de un peso
antes de partir, confieso
que acertaste si creías
que han sido un sueño mis días;
¿Pero es acaso menos grave
que la esperanza se acabe
de noche o a pleno sol,
con o sin una visión?
Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueno.

Frente a la mar rugiente
que castiga esta rompiente
tengo en la palma apretada
granos de arena dorada.
¡Son pocos! Y en un momento
se me escurren y yo siento
surgir en mí este lamento:
¡Oh Dios! ¿Por qué no puedo
retenerlos en mis dedos?
¡Oh Dios! ¡Si yo pudiera
salvar uno de la marea!
¿Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño?
Edgar Alan Poe (Estados Unidos)



Sueño
XV
                                 A María Delgado Rodas

...Sueño que fuiste impulso de mi latido,
y alas en mi anhelar:
Te mata la vida que nutriste,
como la flor el fruto nacido de sus galas.

Afán que me hechizaste de tan triste,
pensamiento clavado
en mis frágiles pulsos; estilete sutil:
a esa punta que hincaste pereces, traspasado.
Loco sueño disuelto en mi sangre febril:
¡esa sangre te ahoga!
...Morir te miro, ensueño
que fue yo toda -como fue tronco toda hoguera,
y charco toda nube- en un trasvasamiento
imperceptible, blando, como un deshojamiento de rosa,
en un temblor de atravesada mariposa.

Morir te miro, ensueño,
como el árbol mirara arder el vicio leño
cortado de su rama, o pudrirse la hoja

de cuyo muerto libre saldrá la yema roja.
Morir te miro, ensueño,
y tu postrer tristeza es ya casi alegría,
¡y tu último suspiro es ya casi esperanza!

...Hoja muerta, que vuelves a la tierra madura:
¿en qué capullo nuevo, húmedo de ternura,
renacerás mañana, ensueño en agonía...?

Fuimos, en sueños compañeros
Fuimos, en sueños, compañeros:
la vigilia no nos unió.
¡Sólo en los sueños traicioneros
su pie a mi paso se ajustó!

Labios gemelos en el ansia:
¡no unisteis nunca vuestro ardor!
Pupilas, astros de constancia:
¡nunca rimasteis un fulgor!

Jamás la diestras se estrecharon;
los labios sedientos no hablaron;
pero el juramento existió.

Nunca las bocas se besaron;
¡de los besos que no quemaron,
brasa fue el doble corazón!
                                 Josefina Plá (España / Paraguay)



La vida es sueño

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

                                              Pedro Calderón de la Barca (España)



El Sueño

¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan
-palabras, besos-
tus labios que se te mueven,
dormido rezo?
Si sueñas que estás conmigo,
no es sólo sueño;
lo que te acuna y te mece
soy yo, es mi pecho.
Despacio, brisas, despacio,
que tiene sueño.
Mundo sonoro que rondas,
hazte silencio,
que está durmiendo mi niña,
que está durmiendo
al compás que de los suyos
copia mi pecho.
Que cuando se me despierte
buscando el cielo,
encuentre arriba mis ojos
limpios y abiertos.
Gerardo Diego (España)


Era un niño que soñaba
I

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no e
s verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

                                                          Antonio Machado (España)



Nota XII

los sueños rotos por la realidad
los compañeros rotos por la realidad/
los sueños de los compañeros rotos
¿están verdaderamente rotos/perdidos/nada/

se pudren bajo tierra?/¿su rota luz
diseminada a pedacitos bajo tierra?/¿alguna vez
los pedacitos se van a juntar?
¿va a haber la fiesta de los pedacitos que se
reúnen?

y los pedacitos de los compañeros/¿alguna vez
se juntarán?
¿caminan bajo tierra para juntarse un día
como dice manuel?/¿se
juntarán un día?
de esos amados pedacitos está hecha nuestra
concreta soledad/
per/dimos la suavidad de paco/la tristeza de
haroldo/la lucidez de rodolfo/
el coraje de tantos

ahora son pedacitos desparramados bajo todo
el país
hojitas caídas del fervor/la esperanza/la fe/
pedacitos que fueron alegría/combate/
confianza
en sueños/sueños/sueños/ sueños/

y los pedacitos rotos del sueño/¿se juntarán
alguna vez?
¿se juntarán algún día/pedacitos?
¿están diciendo que los enganchemos al tejido
del sueño general?
¿están diciendo que soñemos mejor?

                                                   Juan Gelman (Argentina)



¿Quién soñó que la belleza pasa como un sueño?

¿Quién soñó que la belleza pasa como un sueño?
Por estos labios rojos, con todo su triste orgullo,
tan tristes ya, que ninguna maravilla pueden presagiar,
Troya se nos fue con destello fúnebre y violento
y murieron los hijos de Usna.
Desfilamos, y desfila con nosotros el mundo atareado
entre las almas de los hombres, que se despiden y ceden su puesto
como las pálidas aguas en su glacial carrera;
bajo estrellas que pasan, espuma de los cielos,
sigue viviendo este rostro solitario.
Inclinaos, arcángeles, en vuestra sombría morada:
Antes de que existierais y antes de que ningún corazón latiera,
rendida y amable permanecía junto a su trono;
la belleza hizo que el mundo fuera una senda de hierba
para que Ella posara sus pies errantes.

                                            Willams B. Yeats (Irlanda)



Pluma abierta


Del sueño a la poesía


Un mundo de contrahechos
se esparce en la cartulina,
bordado con punta fina
como los pelos del pecho.
País en que los deshechos
son amados todavía
es la comarca sombría
donde la luz se perdona,
porque allí van las personas
del sueño a la poesía.

En un sofá diminuto
posa minúscula gente.
Unos sonríen al lente,
otros cuentan los minutos.
Bichejos de rostro enjuto
se asoman a celosías
y carroñeras arpías
prestan garras al retablo,
mientras hace redonda el diablo
del sueño a la poesía.

Un pavorreal se pasea
por un desván en penumbras
y a su paso, que deslumbra,
la oscuridad se voltea.
¿Qué transformó pluma en tea
de apariciones umbrías?
¿Qué pasión, qué melodía
tocó el corazón humano
para conducir la mano
del sueño a la poesía?

Silvio Rodríguez (Cuba)


Sueño de mujer

Sueño que vengo naciendo
Desnuda de entre la nada
Cobija sólo tengo
La neblina en la mañana.
Tenue me cubre, me inunda,
Y un rayo de sol se posa entre mi ropa soñada,
Y de mi cuello me pende
Un trozo de luna y plata.
Al mediodía me sueño con largo vestido blanco
Hecho de nube de octubre
¡ay, Dios! Y no he de mancharlo.
Y floto entre el infinito,
Por no querer ensuciarlo.
Por la tarde ¡Dios bendito!
Sueño entre una llamarada
De nube de fuego y viento,
De placer y tibieza.
¡Ay no me quiten la tarde,
ni mediodía ni noche,
si en madrugada despierto recordando algún dolor,
querré yo seguir soñando, porque soñar es mejor.

           Eaumelisa Febe Manquepillán Calfuleo (Mapuche-Williche)




Te miro dormir.
Me ofrezco ese minuto como hábito.
Sé que tus manos están blandas,
débiles,
que indefensa tu musculatura reposa
y que tus sueños se apretujarán esta noche
para asaltar nuestra cama.
Conozco los matices de tus ojos
cuando has hallado algo mejor que la vigilia.
Lagunas pálidas, mesetas pardas,
puentes azules y ventanas amarillas
se dibujan y giran por tu cuello,
viajan a tus hombros como buscando abrigo,
remontan vuelo, me circundan,
establecen un pacto con mis labios
para teñirse de tu piel.
Y en mi pecho hay tanta música en estas madrugadas,
que puedo descansar en tus mapas con sólo contemplarte,
con sólo descifrar el idioma de tus párpados,
que es el idioma perfecto.

                                                      Sebastián Olaso (Argentina)




Sueños de muchos colores
saben soñar los morenos.

A la sombra gris oscura,
bajo un blanco limonero,
almohada de verdes hojas,
se ha dormido el niño negro.

Se ve en un caballo zaino
por campos amarillentos.

Violeta el jacarandá,
azul el río, a lo lejos…
El saco marrón y lila,
verde y granate el sombrero
y una rosa color rosa
lleva en el blanco pañuelo.

Negra niña se le acerca
y le pide al niño negro
que moje en el río azul
sus rojos labios sedientos.

¡Galopa el caballo zaino
por el campo amarillento!
¡Qué celeste está la tarde
y qué celeste está el viento!

Las frescas aguas azules
mojan los labios bermejos…
Sonríe la niña negra
y sonríe el niño negro,
sonrisas de blancos dientes
y de bronceados hoyuelos.

Cantó un rojo cardenal
en el blanco limonero,
y apartando verdes hojas
se despierta el niño negro.

                                   Javier Villafañe (Argentina)



Al repartidor de sueños
se le angosta la calle
su estiba declina
perdió la confianza en los mapas.
Y en la leve pendiente del empedrado
van cayendo algunos sin dueño
también otros
                 que fueron pedidos con urgencia
Pero
el repartidor de sueños nada entiende de ellos
solamente los reparte.
Un trabajo más
como poeta, sepulturero o amante.
Y así va muriendo la tarde.
Con este sol que duele tanto entre los ojos
y la noche que amenaza
                              con volverse interminable.
                                                           Y sin sueños.

                                                            Alfredo Palacio (Argentina)



18


en mis sueños aparecía el hombre que robaba sueños
en el país del espacio ámbar vagaba solitario
transportando recipientes de discordias infinitas

había pisado umbrales erróneos
era un alquimista de ansiedades      de penumbras
de padecimientos recurrentes

en esos mismos sueños se anunciaban gaviotas de vuelos
                                                                   rasantes

imperios de murmullos        bosques de alerces

el nigromante entre los vegetales
en medio de grietas bañadas de luz

luego    un pasillo       cigarras y tréboles
un círculo     una paloma
y un pase de magia.
Isabel Krisch (Argentina)




Sombra

Lavo mi sombra
la mejor de mis sombras
la cuelgo como nadie
y vuelvo tranquilo a la cama.
Ella
equilibrista de la piel
dobla la luz
su corazón de goma
y todavía colgada se duerme de a poco.
Patalea en el aire
babea las estrellas
espera la mañana y no la espera.
Junta el abismo con sus sueños
le nacen lagañas en el alma
y el sol
no viene.
Mientras tanto
ella
se ama con el viento
besa con fuego y con piedras
dice toda la ternura
y cruje vencida.
Después
un rato después
se queda sola de nuevo
se descuelga y camina
entra en mi cuarto
atraviesa el silencio
la niebla
corre la cortina
discute con el sol.
Ella
trepadora de mis ojos
se vuelve lágrima.

                  Jonatan Márquez (Argentina)





lunes, 13 de octubre de 2014

REUNN DE VOCES®

Revista literaria virtual Nº 29


Editorial

Octubre es un mes que multiplica alas, trinos y nidos. Un mes que arrastra todas las miradas tras el vuelo de los pájaros, pequeños seres en quienes depositamos nuestros sueños y nuestras ansias de libertad. El Hombre sublima su deseo de ser ave en canción y palabra. Y de alguna forma nos encontramos flotando en el aire impulsados por la bella locura de no resignar las quimeras.
Hay momentos en que la sombra de una jaula nos hechiza y olvidamos que la esencia del viento no admite rejas. Matamos el canto y la brisa, para conformarnos con las plumas.
Otras veces abrimos de par en par el alma y nos atrevemos a volar, llenos de imaginación y poesía.
                                                                     Gabriela Delgado


LOS PÁJAROS



Los clásicos



El huésped de los pájaros

Yo sé bien que se hiere cuando silba.
Comprendo que la tarde la va haciendo su canto.
Me sé bien de memoria que su garganta pone
más azul en los charcos que pisan los boyeros; y pone
unas tierras extrañas en las bárbaras guitarras
de los pinos.

Comprendo que en el cutis del mar escribe cartas
que sólo leen durmiendo los marinos;
comprendo que su pico
empuja a la mañana como el río sus rizos, la lleva
con el calor de un viento hasta los hombres. Comprendo
que sólo cuando él mueve las palabras, las cosas
van cayendo en la tierra con la novedosa inutilidad
que tiene siempre el árbol para dejar caer
sus profundos frutos, inevitables de ser un poco Dios.
Sin embargo, si no lo viera, si no lo tocara,
me sería difícil comprender su presencia.
No siempre
baja a tierra, pero siempre
bebe en el ojo suelto de un rocío.

                                      Manuel Del Cabral (República Dominicana)



Lo Infinito

Tú vives en el alba.
Los pájaros te aclaman.
De túnicas de aves te viste la alegría.
¡Qué aurora la que exaltas!
¡Qué noble luz la tuya!
Te escuchan las mañanas y las noches
porque eres como un cirio,
porque eres como un corzo.
Sentirte a ti que pasas
rozándome las rosas y los ayes...
Doler en tus rodillas, estrujada
por riscos y malezas.

Y que un céfiro de alondras venga dulce,
que tú llegues aventando mis heridas...
Ser mujer y tuya, ¡qué inefable
fundirse la conciencia entre tus brazos!

                                                   Carmen Conde (España)



Señora

Señora hay demasiados pájaros
En vuestro piano
Que atrae el otoño sobre una selva
Espesa de nervios palpitantes y libélulas

Los árboles en arpegios insospechados
A veces pierden la orientación del globo

Señora lo soporto todo. Sin cloroformo
Desciendo al fondo del alba
El ruiseñor rey de setiembre me informa
Que la noche se deja caer entre la lluvia
Burlando la vigilancia de vuestras miradas
Y que una voz canta lejos de la vida
Para sostener el espacio desclavado
El espacio tan lleno de estrellas que se va a caer

Señora a las diez huele a tabaco de artista
Amáis el nadir a cuerpo de pájaro
Sois un fenómeno ligero
Me voy solitario hacia el ocaso de los turistas
Es mucho más bello

                                       Vicente Huidobro (Chile)





Pasión sin límites

Vuela mi corazón
unido con los pájaros
y deja entre los árboles
un invisible rastro
de alegría y de sangre.

Las gotas de rocío
se helaron en las manos
abiertas y floridas
de los enamorados
perdidos en la brisa.

Vuela mi corazón,
mi corazón atado
con cadenas de estrellas
a la sombra de un árbol
atado con cadenas
y con cantos de pájaros.

                                      José María Hinojosa (España)




El cegador de alondras

Punza el ojo del pájaro. Y al verse
trémulo como un sol que se derrama,
vuelca la sangre en combustida llama
como si él mismo fuera a enceguecerse.

Su faena es cegar aves boreales
que a la celda le acercan desde afuera,
presumiendo que así se les altera
la voz, en cascabeles musicales.

Cuando un sol de jarabe desafía
la quietud de los montes cenicientos,
él se anuncia con tardos movimientos
yendo al encuentro del fulgor del día.

¿Le viene de otros años camineros
ese afán de cegar un cristal vivo?
Esas urgencias de arrebato activo:
¿le brotaron de andar por los esteros?

“Canta mejor la alondra enceguecida”,
pretexta al embozarse en su faena,
para mirar después que se le llena
de alevoso temblor la mano ardida.

Se le siente vivir con gesto artero
de quien vive sujeto a un orificio,
cautivo antiguo de su antiguo oficio,
de sus propias penumbras prisionero.

Comienza el rito: toda la camisa
se le emociona al sujetar al ave,
siente en los dedos un temblor suave,
hiere una leve sombra su sonrisa.

Un alambre candente es su herramienta,
que al rojo vivo se le entrega ardiendo,
aunque ve que el amor se le va yendo
de la mano, al crisparse en su tormenta.

Después la alondra enceguecida canta,
ya un aluvión sonoro, una vertiente
que ilustra con sonidos la corriente
del viento, que en sus alas se levanta.

Y él es todo recuerdos; sus destellos
lo vuelven al muchacho caminero,
que ayer por el atajo naranjero
aprisionaba al mundo en sus cabellos.

Punza el ojo del pájaro. Y al verse
trémulo como un sol que se derrama,
vuelca la sangre en combustida llama,
como si él mismo fuera a enceguecerse.

                                           Elvio Romero (Paraguay)



Se equivocó la paloma

Se equivocó la paloma
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama).

Rafael Alberti (España)





Para hacer el retrato de un pájaro

Pintar primero una jaula
con la puerta abierta
pintar después algo bonito
algo simple, algo bello,
algo útil para el pájaro.
Apoyar después la tela contra un árbol
En un jardín en un soto
o en un bosque esconderse tras el árbol
Sin decir nada, sin moverse
A veces el pájaro llega enseguida
Pero puede tardar años
antes de decidirse.
No hay que desanimarse
Hay que esperar
Esperar si es necesario durante años
La celeridad o la tardanza
En la llegada del pájaro
No tiene nada que ver
Con la calidad del cuadro.
Cuando el pájaro llega, si llega
observar el más profundo silencio
esperar que el pájaro entre en la jaula
y una vez que haya entrado
cerrar suavemente la puerta con el pincel.

Después borrar uno a uno todos los barrotes
cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.

Hacer acto seguido, el retrato del árbol,
escogiendo la rama más bella para el pájaro,
Pintar también el verde follaje
Y la frescura del viento,
El polvillo del sol
y el ruido de los bichos de la hierva en el calor estival
y después esperar
que el pájaro se decida a cantar.

Si el pájaro no canta, mala señal,
Señal de que el cuadro es malo,
Pero si canta es buena señal,
Señal de que podéis firmar.
Entonces arrancadle delicadamente
una pluma al pájaro
Y escribid vuestro nombre
En un ángulo del cuadro.

                                    Jacques Prévert (Francia)






Hay un pájaro azul en mi corazón


hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que está ahí dentro.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
montarme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.
luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?

Charles Bukowski (Alemania-Estados Unidos)




Los pájaros perdidos

Amo los pájaros perdidos
que vuelven desde el más alla,
a confundirse con un cielo
que nunca más podre recuperar.

Vuelven de nuevo los recuerdos,
las horas jóvenes que di
y desde el mar llega un fantasma
hecho de cosas que amé y perdí.

Todo fue un sueño, un sueño que perdimos,
como perdimos los pájaros y el mar,
un sueño breve y antiguo como el tiempo
que los espejos no pueden reflejar.
Después busqué perderte en tantas otras
y aquella otra y todas eras vos;
por fin logré reconocer cuando un adiós es un adiós,
la soledad me devoró y fuimos dos.

Vuelven los pájaros nocturnos
que vuelan ciegos sobre el mar,
la noche entera es un espejo
que me devuelve tu soledad.

Soy sólo un pájaro perdido
que vuelve desde el más allá
a confundirse con un cielo
que nunca más podré recuperar.

                                Mario Trejo (Argentina)




Pluma abierta




El vendedor de pájaros

Tengo el corazón ayunando 
de manos y dichas escondidas.
Villorrio inhóspito el amor
ha sido para esta trashumante
de mensurables fatigas
e insípidos placeres.
No sabría que decir
si la sorprendiera el día
con la sonrisa de vendedor de pájaros
quizás le arroje
a su desfalleciente corazón
migajas de pan untado en leche
de dulce madre vida
y se agite un pañuelo
en la ventana inverosímil
de algún tren volador.
Y sea posible creer otra vez
en príncipes a caballo
que derrotan la muerte con un beso.
Un poco más de aquellos
que castigaron sus cascos 
en la arena.
Un poco más de mi
prolongando los brazos
por si fuera posible ser madre universal
y cantarle nanas en murmullos
a los desalojados de la paz.
Una misión que busca
encontrar una mano que calme.
Hasta tanto, celebro un festín de pétalos
con embriones nuevos de esperanza.

                                     Ariadna Aragón(Argentina)



Vuelo de colibrí

Veloz
como un sonido
de campanas
que tintinean.
Liviano
y
frágil,
pasa entre margaritas
y veraneras.
Sí:
el colibrí
es un arco iris
que parpadea.

                          Mabel Morvillo (Argentina. Costa Rica)



Nada me nombra...

Nada me nombra,
todo me transforma.
Un silencio es un cerco
y un maleficio
que curva el horizonte.
Si la noche no aparece,
¿Cómo recordar tu sombra de pájaro?,
¿dónde despabilo el cielo?

Mariana Vacs (Argentina)



Raíces

Con el último golpe del hacha el árbol cae pesadamente al suelo.
Sin embargo, los pájaros permanecen inmóviles donde antes estuvieron
[las ramas.
Acaso porque solo son las sombras de esos pájaros.
Acaso porque los pájaros miraban la distancia y la distancia los paralizó.
Acaso porque la memoria del árbol muere después.

Eugenio Mandrini (Argentina)




Otro pájaro le da cuerda al mundo

escucho al pájaro
que picotea los cedros del Líbano

hay banderas sobre ataúdes
que, puestos de pie, no llegarían
a tu cintura de esplendor

ataúdes de cedro
para los niños del Líbano
tallados en serie
por un pájaro loco
que no se cansa de cantar.

                        Bruno Di Benedetto (Argentina)



                                               A Anisita
“Ella, la que me amaba, se murió en primavera
y se llevó la primavera al cielo ".

Golondrinas te llaman;
                   contornean sus plumas
              en frenético baile de gritos
                                  - golondrinas ahogadas de eternidad - .
     Crepitan dentados peligros
                                            y un arpegio descarriado
   tiñe de extraño la noche.
                                              Se inclinan las sombras sobre el
 fuego;
                        rostros se congelan.
                                Sufren de presagios
                                                        las aves cautivas.
 En tanto,
                             juegan con la tristeza
                                           animales y plantas.
                 Deambulo, buscándote,
                                                             por un astral azul
 mientras un latido ardiente
                                  llora en mi carne.
 Octubre.
                      Octubre lastima
                                                en las entrañas.

Susana Cattaneo (Argentina)



Oiseaux exotiques

Deambulábamos
ociosos
por las habitaciones
con el impudor del fruto
o de la flor
sin ropaje

De pronto
acudieron las aves
del gran ciprés
al oírse
en la música de Messiaen
imitando la dignidad de su canto

Conmovidos
compartimos el goce sutil
de la simple existencia animal

Cuando la música cesó
regresáronse las aves
al gran ciprés
y nosotros nos vestimos
para deambular
ociosos
por las habitaciones

                                                       Clara Rebotaro (Argentina)