sábado, 15 de febrero de 2014

REUNN DE VOCES®

Revista literaria virtual Nº 21



Editorial

Amanece en arco iris por los ojos de mi casa.
Allí se desperezan los rosales, antorcha en alto. Cien jazmines me clarean la mañana. Desayuno espiando cuantas margaritas me dan los buenos días.
La belleza de las flores está a mi alcance. Me pintan de aromas y de óleos, me hablan de recuerdos.
Quien no ha mirado una flor, no conoce la perfección del mundo.
Decía Vicente Huidobro “Que el verso sea como una llave… Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas! hacedla florecer en el poema.”
Fue así como recorrí muchos jardines en busca de esos asombrosos pimpollos que lograron su esplendor en las palabras de grandes escritores.
Aquí les dejo un ramo de ternura, un tallo con el que colorear lo mejor de la vida.

                                                             Gabriela Delgado


LAS FLORES



Los clásicos


La rosa azul

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Se me torna celeste la mano, me contagio de otra poesía
Y las rosas de olor, que pongo como ella las ponía, exaltan su color;
y los bellos cojínes, que pongo como ella los ponía, florecen sus jardines;
Y si pongo mi mano -como ella la ponía- en el negro piano,
surge como en un piano muy lejano, mas honda la diaria melodía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
me inclino a los cristales del balcón, con un gesto de ella
y parece que el pobre corazón no está solo.
Miro al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro y la estrella se funden en romántica armonía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Dolorido y con flores, voy, como un héroe de poesía mía.
Por los desiertos corredores que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso -¡oh! Ausencia hueca y fría!-
y mis pisadas dejan resplandores.
                                                           Juan Ramón Jiménez (España)


Alegraos
Alegraos con las flores que embriagan,
las que están en nuestras manos.
Que sean puestos ya
los collares de flores.
Nuestras flores del tiempo de lluvia,
fragantes flores,
abren ya sus corolas.
Por allí anda el ave,
parlotea y canta,
viene a conocer la casa del dios.
Sólo con nuestras flores
nos alegramos.
Sólo con nuestros cantos
perece vuestra tristeza.
Oh señores, con esto,
vuestro disgusto de disipa.
Las inventa el dador de la vida,
las ha hecho descender
el inventor de sí mismo,
flores placenteras,
con ellas vuestro disgusto se disipa.
                                   Nezahualcóyotl (México)


De la rosa prudente

A su espinoso mundo sometida,
vive y muere la rosa colorada:
su pura soledad, ¡qué bien guardada!,
su bandera de amor, ¡qué defendida!

Guerra, pero entre dardos florecida;
cielo, mas al arrimo de la espada,
si hasta la rosa llega tu mirada,
no se le atreve al fin tu mano herida.

Miel indefensa, corazón desnudo
que a todo viento, si es de amor, te inclinas,
falto a la vez del arma y del escudo,

¡busca ya la milicia cuidadosa!
Y que, mortificado en tus espinas,
te valga la prudencia de la rosa.

                                       Leopoldo Marechal (Argentina)


A una rosa
Ayer naciste y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

                                Luis de Góngora y Argote (España)


Que el clavel y la rosa

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la azucena religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?

La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

                               Tirso de Molina (España)


La retama

Y tú, lenta retama, 
que de frondas fragantes
esta campiña desolada adornas,
también al cruel poder morirás luego
del subterráneo fuego,
que volviendo al lugar que ya conoce
avaro ha de extender su rojo manto
por tu fresca espesura. Indiferente
doblarás bajo el peso del destino
tu cabeza inocente:
mas hasta entonces no la habrás en vano
doblegado con súplicas cobardes
del futuro opresor, ni erguido nunca
delirante del orgullo a las estrellas,
sobre el desierto donde
lugar y nacimiento
el azar, no tu gusto, darte quiso;
que más sabía que el hombre, menos necia,
no creíste jamás que por el hado
o por ti misma eterno
tu caduco linaje fue creado. 

                              Giacomo Leopardi (Italia)


La flor del ceibo
                     Leyenda de la flor del ceibo

Me lo dijo un indio viejo y medio brujo
que se santiguaba y adoraba al Sol:
los ceibos del tiempo en que yo era niño
no lucían flores rojas como hoy.

Pero una mañana sucedió el milagro;
es algo tan bello que cuesta creer;
con la aurora vimos al ceibal de grana
cual si por dos lados fuera a amanecer.

Y era que la moza más linda del pago,
esperando al novio toda la velada,
por entretenerse se había pasado
la hoja de un ceibo por entre los labios.

Entonces los ceibos como por encanto
se fueron tiñendo de rojo color…
tal lo que me dijo aquel indio viejo
que se santiguaba y adoraba al Sol.

                                         Fernán Silva Valdés (Uruguay)


Pluma abierta


La retama y el jazmín

¡Ah ah ah!
la retama y el jazmín
todavía sostienen
nuestra risa que no se va
en horas de madrugada
en horas de nocturnidad
con ese golpe de martillo
que transita sabio
-entre nosotros-
desde tiempos
cálidos y añejos.

                                                 Julia Del Prado (Perú)


Jacarandá

Cada hoja que cae
cada flor al volar
me duelen
son pequeños pedazos
que se van desprendiendo
de mí
son comienzo y ocaso
vida y muerte en ciclos de abril.

Veo en tus ramas brotar
el afán de crear
mi sueño
y en tu tronco vital
la certeza de no abandonar
tu función principal en el patio
que me hacer vivir.

Ay mi jacarandá
cuando llegue el final
qué palmera te va a contemplar
qué buganvilla te va a bendecir
desde los ojos que lloran por ti.

Cuando vea que te vas
mi dolor crecerá
como un réquiem para compartir
vida y amores que me hicieron feliz
ramas y flores que te hicieron sentir.

                                                    Pablo Milanés(Cuba)


Violeta

Aromada de amor, dulce y discreta,
escondida en la hierba y vergonzosa,
nace al sol de febrero que la esposa,
semioculta al abrigo de una grieta.

Eremita sin dueño y sin maceta,
humildemente bella y olorosa,
viene envuelta en verdor y es mariposa
que aletea en los versos del poeta.

Ramillete de añil, flor de lo umbrío,
pincelada de cielo y de dulzura
sin aderezos casi, ni atavío.

Hoy puse en un jarrón tu esencia pura
para empaparme en toda tu hermosura
y soñarte alhajada de rocío.

                                     Antonia Álvarez Álvarez (España)


Una rosa en la oscuridad

Una rosa crece
En la profunda oscuridad de esta era.
Los pétalos de rosa caen
Uno a uno sobre las aguas negras.
Se forma pálido estanque
Es un rostro rosa sobre la muerte negra.
El viento fluye
Trayendo una danza trémula
En los pies de aquellos
Que defienden con fuerza
Su última esperanza.
Una rosa es como la imagen de Dios
Mientras los pétalos caen
Entre un viento que sonríe.
Sonrisa ardua
Como la de Mona Lisa.


                                  María Cristina Azcona (Argentina)


Jazmines en Buenos Aires

Es Noviembre y los jazmines
han llegado a Buenos Aires,
con un aroma dulzón
van invadiendo las calles.
En cada esquina hay un niño
que los vende porque sabe
que toda mujer espera,
que todo hombre regala,
y es con muy pocas monedas,
como se alegran las almas.

Hoy los chicos de la calle
ya no mendigan, trabajan
con ramitos de ilusión
llevan pan para la casa
y unos bolsillos alegres
donde las monedas cantan.

Con el aroma dulzón
se va embriagando la tarde
y en cada mesa tendida
un vaso con flores blancas
nos dice que nadie olvida,
que hay un regalo en el aire,
que es Noviembre y los jazmines
ya perfuman Buenos Aires.

                              Ramón de Almagro (Argentina)


Aquellas glicinas

La soledad me envuelve
con cálidos tentáculos engañosos,
voraz ausencia.
Me siento inhabitada,
desorientada,
valiente.
Si existieran aquellas glicinas
inauguraría la esperanza,
desabotonaría la alegría.
Si existieran aquellas glicinas
renacería la inocencia,
la juventud sería eterna.
Los pensamientos blancos,
los sentimientos dorados.
Los sueños tendrían perfumes,
si existieran
aquellas glicinas.

                                Teresa Vaccaro (Argentina)


Oda al jazmín

Tengo muchas cosas que decir del jazmín.
Toda una infancia que decir,
y vísperas blancas del verano y las fiestas
que aclaraban la voz y dilataban el pecho.
Desde entonces, desde el jazmín, soy practicante
del silencio y del blanco, del hilo
crudo del misterio, de las hojas en blanco,
la Nochebuena recién tendida en familia,
la risa cristalina del verano,
la inspirada luz de las velas,
la tímida elocuencia de la luna,
la primera estrella, el primer diente,
el baile inmóvil de los veleros anclados,
la sal del mar y de la lluvia, las amarras,
y esa fragancia profundamente ilesa,
que me devuelve a la vida sin palabras.
En su incesante nacimiento y muerte
-como el río que durando se destruye-
la naturaleza levanta, sin embargo,
en cada jazmín que se abre a nuestro paso
la más fragante y nítida bandera de tregua.

                                       Fernando Sánchez Sorondo (Argentina)


Aquella fue la flor
alabada por mi madre
con caluroso esmero
asiló hoja y rama
acarició la planta
el brote principiante
que atardeciendo un día
como volcán
erupcionó muy blanco.

De pronto al irse
fue el abandono triste
discordante.

Por eso la camelia
brilló lágrima. 

                                   Shirley María Pascual (Argentina)


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2 comentarios:

  1. Bellísimos poemas. Gracias por enviarme tanta belleza. Cariños . Ana María Manceda. San Martín de los Andes. Patagonia argentina

    amtaboada@smandes.com.ar

    blog: http://doradaslunasdelapocalisis.blogspot.com

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  2. Felicitaciones!! leerlos nos embellece el alma.. en especial a la autora Teresa Vaccaro. Saludos y cariños. Sergio y Ele.

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