viernes, 8 de marzo de 2013





Editorial

"Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre" dijo alguna vez Jorge Luis Borges o Víctor Hugo, dependiendo de las fuentes que uno consulte. Tal vez depositamos en ellos todo el misterio y la magia, la sensualidad y la elegancia, la imagen más perfecta de independencia. Admiramos su poder de atención, su ser fantasma en la noche, su porte cargado de silencio, su capacidad de jugar y su inamovible gusto por la comodidad.
¿Cuánto hay de gato en cada uno de nosotros?
¿Quién no le dedicó su atención o su palabra a estos seres tan especiales?
Tan fuerte es la atracción del hombre por los gatos que a la hora de armar este número de Reunión de Voces, descubrí que casi todos los poetas han dejado en algún poema su intención de atrapar o desentrañar la esencia felina. Aquí sólo puedo incluir un pequeñísimo muestrario de ello. A disfrutarlos acurrucados en un buen sillón.


                                                                        Gabriela Delgado





Los clásicos


El puesto del gato en el cosmos


UNO SIEMPRE se equivoca cuando habla del  gato.
Se le ocurre por ejemplo que junto a la ventana
el gato se ha planteado en el fondo de los ojos
un posible fracaso en la noche cercana.
Pero el gato no tiene un porvenir que lo limite.
A uno se le ocurre que medita, espera o mira algo
y el gato ni siquiera siente al gato que hay en él.
¿Cómo admitir detrás del movimiento de la cola
una motivación, un juicio o un conocimiento?
El gato es un acto gratuito del gato.
El que aventure una definición debería
proponer sucesivas negaciones al engaño del gato.
Porque el gato, por lo menos el gato de la casa,
particular, privado e individuo hasta las uñas,
comprometido como está
al vicio de nuestro pensamiento
ni siquiera es un gato, estrictamente hablando.

                                                       Joaquín O. Giannuzzi (Argentina)




Los gatos

Los fervientes amorosos y los austeros sabios
Aman igualmente, en su estación madura,
A los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
Que como ellos son friolentos y sedentarios.
Amigos de la ciencia y la voluptuosidad,
Buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
El Erebo los habría tomado por sus corceles fúnebres,
Si pudieran doblegar al siervo su ferocidad.
Ellos sueñan y adoptan las nobles actitudes
De grandes esfinges alargadas en el fondo de las soledades,
y parecen dormir dentro de un sueño sin fin;
Sus reinos fecundos están llenos de chispas mágicas
Y de parcelas doradas, como una arena fina,
Que destellan vagamente en sus pupilas místicas.

                                       Charles Baudelaire (Francia)



Gato

El gato, ante su plato, hace rato
que sueña: al parecer,
devora en leche y en escabeche
ratones a placer;
mas es posible que, tigre libre,
vaya vagando, cuando,
erguido y furtivo, oye un rugido:
van riñendo y bramando
sus enjutos y ajados congéneres,
guardando en su guarida
del Este, para fiesta de bestias,
gente gorda y mullida.
El enorme león grandullón,
cimitarra afilada
en la garra, y sangrientos e hirientes
dientes en la quijada;
el leopardo pardo, aquel que apresa
por sorpresa, veloz,
cayendo en vuelo del cielo al suelo,
fugaz, voraz, feroz,
allí junto al gemir de la jungla
---ahora juegan lejos,
fieros animalejos,
y él, manso y sin reflejos:
el gato, ante su plato, hace rato
que vive holgada vida.
Pero jamás olvida.

                      John Ronald Reue Tolkien (Inglaterra)




El pequeño Sam Perkins
                       
                    (Escrito a la memoria de un gatito)                 

El antiguo jardín nocturno
parece soportar una pena profunda,
como si el peso de una sombra silente
se cerniera en el aire
La hierba se inclina con oculto pesar,
incapaz de olvidar todavía,
recordando desde ayer,
aquellas zarpitas que la agitaron.

                       Howard Phillips Lovecraft (Estados Unidos)





  Los gatos de Caltojar

UNO de Abril. Rasga el coche
el silencio matinal
y al susto espabilan ágiles
los gatos de Caltojar.
Se escurre uno en la gatera
trepa otro hasta el desván,
aquél por el quicio huye
como culebra rampal
y al de más allá le traga
vainica de palomar.
Zapaquilda borda un mutis
de comedia y paso atrás.
Las alcándaras vacías,
desiertos corral, zaguán,
dueños y señores reinan
los gatos de Caltojar.
He visto un berrendo en negro
otro de capa pardal,
uno blanco preciosísimo
y otro rubio barrabás,
y aquel que raya la calle
como una estrella fugaz
me recordó el puma insigne
del zoo de Tucumán.
La gatomaquia completa,
la gatoerótica audaz,
gime, maúlla, se frota
con chispas de fluido aural
y se persigue y enlaza
en palenque de danzar.
Los héctores, las andrómacas,
los aquiles de arrabal,
prueban garfios de uñas
sus ilíadas mientras van
aqueos de escaramuza
a esconderse en el palmar
de una sola palma idílica
-anacronismo integral-
esa que fuera del tiempo
San Baudelio hace ondear.
 Que bien que duermen al sol,
bailan chacona a compás,
fantomáticos se enlunan
los gatos de Caltojar.

                        Gerardo Diego (España)



Gato negro a la vista

Gato, peligro
de muerte, perversión
de la siempreviva, gato bajando
por lo áspero, gato de bruces
por lo pedregoso en ángulo recto, sangrientas
las úngulas, gato gramófono
en el remolino de lo áfono, gato en picada
de bombardero, gato payaso
sin alambre en lo estruendoso
del Trópico, arcángel
negro y torrencial de los egipcios, gato
sin parar, gato y más gato
correveidile por los peñascos, gato luz,
gato obsidiana, gato mariposa,
gato carácter, gato para caer
guardabajo, peligro.

                     Gonzalo Rojas (Chile)






Pluma abierta


Los gatos en mi casa comen diariamente.
La comida es algo necesario como el amor
y ellos cumplen estrictamente con sus gustos.
Los gatos no conocen otra manera de vivir
y los hombres tampoco; en realidad
también el hambre y el amor los acercan.
El mundo es lo que hacemos
para que nada falte: ni el amor
ni la comida de los que pueden morir
como pequeños gatos ciegos.
Yo tengo que cuidar que nunca falte
un gato para poner en práctica esta fórmula
y dormir más tranquilo, mientras otros
están muy ocupados eligiendo la muerte
para todas las razas de la tierra.

                           Alberto Luis Ponzo (Argentina)







Gatos

No obedecen al amo
los gatos
pero saben
que los dioses son ángeles
caídos.
No babean por huesos
los gatos
pero suelen
abrigarle el silencio
a las viudas
y estirarse en la alfombra
y bostezar
como si hubieran heredado
el sol
y dormir y dormir
arzobispales
y cazar una mosca
haciendo ochos.
Adoran los cojines
los gatos,
se ovillan en rincones
inauditos,
alacenas, rendijas,
claroscuros
ignotos donde cabe
un alfiler,
recelosos y altivos
sin carné,
baberos de bebés
sin cochecito,
cunitas para huérfanos
de todo.
Secretos micifuces
imprevistos,
qué goce contemplaros
a la hora de la siesta,
suspendiendo las mates
y aprendiendo
la impúdica lección
de la vida privada
de los gatos.

                       Joaquín Sabina (España)




Como gata boca arriba

Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

                       Gioconda Belli (Nicaragua)














Niño Encantado
Alí corre hacia mí
se cree Heidi copito de nieve los Alpes suizos Pedro y las cabritas, todo en uno
corre hacia acá, hacia mí
y bate la cola
como un perro, como un dragón, un helicóptero o un pterodáctilo
como Alí.
Pero quien no ha tenido gatos no puede entendernos, lindo,
cómo me subyuga verte dormir
enrollado como víbora
verte soñar tus sueños
de cuando éramos dos, tres, cuatro,
sueños de gato persa, sueños de Alí.
Gato con alas,
el reino animal la flora y la fauna la clase de biología entera el animal planet
se sincretizan en tu colmillo de vampiro.
Cuando por las mañanas
te dedicás a tirar los juguetes
desde las nieves eternas de la cómoda
yo me encuentro feliz de despertar
estando vos conmigo, Alí.
                        Leonor Silvestri (Argentina)







El gato 


El gato. No el que brilla en la calle

todo su asombro, el que se arquea.

El gato. La chica de la vida.

Hubo días en que lo pudo todo.

Su almohada parecía un horizonte

rojo. El gato. No era muy cara.

Evocaba las aguas

movedizas de peces. Era

olor de pantanos encendidos de negrura.

Descalabró su humanidad

en polvos descomunales. Sus ojos

herían las estrellas. Infinita

entre revoltijos de sábanas. Callejera.

El gato. La chica de la vida.

Un día no pudo más. Con sólo un tajo

hizo de su cama una parcela de sangre. 

                             
                               Marcelo Di Marco (Argentina)









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