viernes, 12 de abril de 2013


REUNN DE VOCES®
Revista literaria virtual Nº 11



Editorial

El término amante ha sido utilizado en su origen para referirse a una mujer mantenida, cuyos gastos solventaba un hombre en posición acomodada de manera de que poseyera un nivel de vida confortable , y fuera así posible para ella estar a su disposición para brindarle placeres sexuales. Famosas fueron: Diana de Poitiers (amante de Enrique II), Bárbara Villiers (amante de Carlos II) o Madame de Pompadour (amante del rey Luis XV), entre otras.
Hoy en día la acepción  de la palabra amante se arrima más a hombre y mujer que se aman.
Tal vez podríamos mejorar esa definición y decir hombre o mujer que ama, poseedores de una pasión que ocupa su pensamiento, que tienen motivación y le encuentran sentido a la vida, que son protagonistas.
Me viene a la mente esa maravillosa letra de Joan Manuel Serrat que dice: “De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas, y nos sentimos en buenas manos; se hace de nuestra medida, coge nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera y uno es feliz como el niño cuando sale de la escuela...”
¡Cuánto se ha escrito sobre amantes!
¿Damos juntos un paseo por la pasión hecha poesía?

                                                                        Gabriela Delgado


LOS AMANTES



Los amantes

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.

                             Oliverio Girondo (Argentina)


Canción de los amantes

Donde quiera en las noches
se abrirá una ventana
O una puerta cualquiera
de una calle lejana.
No importa donde o cuando...
puede ser donde quiera
Ni menos en otoño,
ni más en primavera.

Y hoy igual que mañana,
mañana igual que ayer
Un hombre enloquecido
besará una mujer.

Tal vez nadie lo sepa...
Como tal vez un día
Todos irán sabiendo
lo que nadie sabía.

Y para los amantes
su amor desesperado
Podrá ser un delito...
pero nunca un pecado.

Por eso el amor pasa
por las calles desiertas
Y es como un viento loco
que quiere abrir las puertas

Bien saben los amantes
que hay caricias que son
No una simple caricia
sino una posesión.
Y que un beso... uno solo
puede más que el olvido
Si se juntan dos bocas
en un beso prohibido.

No, un gran amor no es grande
por lo mucho que dura
Si se parece a un árbol
reseco en la llanura.
Y los amantes saben,
que sin querer siquiera
Hay un amor que crece
como una enredadera

Es natural que el agua
de un estanque sombrío
Sueñe en sus largas noches
con el viaje de un río.

Y si por algo es triste
la lluvia que no llueve
Será porque es la lluvia
condenada a ser nieve.

Es natural que un día
comprendan los amantes
Que no hay nunca sin siempre...
que no hay después sin antes.
Y así brota en el alma
la rebelión de un sueño
Que es como un perro arisco
que le gruñe a su dueño.

El amor... esa estrella
de una sombra infinita
Aunque muera cien veces...
cien veces resucita

Y suele ser un niño
de manos milagrosas
Que rompe las cadenas
y hace nacer las rosas.

Ya no habrá días turbios...
ya no habrá noches malas
Si hay un amor secreto
que nos presta sus alas.

Y el corazón renace
con renovada fe
Igual que los rosales...
que no saben por qué.

Donde quiera en las noches,
puede abrirse una puerta
Pero... tan suavemente
que nadie se despierta

Puede ser en otoño...
puede ser en verano
Tanto un amor tardío...
como un amor temprano.
Una mujer... un hombre...
y un oscuro aposento
Y allá afuera en la calle...
sigue pasando el viento.
Y si en la noche hay algo
queriendo amanecer
Es simplemente un hombre
que besa a una mujer

                       José Ángel Buesa (Cuba)



Los amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

                        Jaime Sabines (México)





Los amantes

Ved en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.

Se hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndese el aliento unos instantes...
y he aquí el nudo sexual deshecho.

Un desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,

un poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente.

Baldomero Fernández Moreno (Argentina)



Cuando en la noche

Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
¡diera, alma mía,
cuanto poseo,
la luz, el aire
y el pensamiento!

Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
¡diera, alma mía,
cuanto deseo,
la fama, el oro,
la gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento,
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.
                           Gustavo Adolfo Bécquer (España)



Amor prohibido

Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu en el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!

¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!
                                Cesar Vallejo (Perú)



Pluma abierta




Los amantes del Parque Lezama

                                            No es el amor que muere
                                            Somos nosotros mismos
                                                           Luis Cernuda



Llegan entre las hojas del otoño.
Se deslizan, irrumpen, atraviesan
la memoria del aire, las estatuas,
las aguas frías del estanque, el Tiempo.
Nadie los ve, nadie los oye. Vuelven
al escenario de su amor efímero.
Buscan rastros, señales, cicatrices
-un guijarro sepulto,  una ramita-.
 Las lluvias han borrado sus pisadas
y ya nada ni nadie los recuerda.

Se han sentado en un banco, el mismo banco,
y entrecruzan palomas  y silencios.
Arriba están las cúpulas azules.
Sobre sus hombros, por piedad, acaso,
Las hojas amarillas se desprenden.
Algún pájaro canta. El parque cruzan
una anciana y un niño de la mano.


(Ellos jamás pensaron que estarían
destinados sus cuerpos a otros cuerpos
y sus ardientes bocas al olvido).

Lamentables espectros del ayer,
 se contemplan vacíos, humillados.
La burla ha sido cruel. Y se separan
No volverán, no volveréis a verlos,
porque los dos han muerto,
ya no existen,
son otros.


                           Antonio Requeni (Argentina)





Tu boca
En la cama, tu voz
se viste de ternuras,
hace hilos de amor. Tejidos
en mi cuerpo.
Abandonado
en la suavidad de tus palabras
y murmullos de la noche.
Me sostengo en tus quejidos.
Tiemblo.
Y tu boca me consume.

             Gregorio Riveros (Venezuela)






Arder

Cuando nos besamos trituramos un ángel.
Su última voluntad será nuestro deseo.
Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores,
              su sombrero de plumas,
barajas manoseadas por tahúres y ahora

hay que hacerlo entrar,
ofrecerle licor (que él viene de morirse),
acercarle una silla (que lee en la oscuridad).

Dirá sus baratijas,
su forma de guiarnos al secreto de la vieja
               estación.
Dirá que el vino está hecho de hojas secas,
que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío.
(Ni un centavo de luz a su trabajo).

Cuando nos besamos desollamos un ángel,
un condenado a muerte que va a resucitar en
                otras bocas.
No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el
                diente
y triturar al ángel.
Abrir tus piernas blancas y darle sepultura.

                                       Jorge Boccanera (Argentina)






Noche nupcial

Este mundo con trenes que, al alejarse, dejan
como un escalofrío recorriendo el paisaje.
Este mundo con hadas y unicornios
que gobiernan mi piel y viven en tus manos.

El mundo que no existe.

Hoy duermes junto a mí y brillas en la noche,
estatua blanca en el jardín de un sueño.

Mañana no estarás o serás otra.
Mañana, cuando mates ángeles y sirenas.
Mañana, cuando quemes nuestros bosques.

Yo me esconderé en ti como un centauro herido:
El último centauro, el que recuerda
su mundo azul desde una gruta oscura.

Quién será esta mujer a quien hoy doy mi vida.

                              Benjamín Prado (España)







Desajustado

El borde de tu vestido ajustado
coquetea...
Con mi piel,
mis ojos,
mis manos,
mi olfato
y mi boca.
Todos unidos indivisos.
Desajustados.
Impetuosos.
Dementes.
Estúpidos.
Desesperados.
Buscan hacer fiesta en ti.

                  Juan Ricardo Sagardía (Argentina)






I
Necesito tu boca
el agua de tus manos

deslizarme

por el tobogán de tu cuello

cabalgar en vos
hasta que nos cubra
la espuma de la noche.

II


Recorro tus vértices
sensibles
como un triángulo.

Mis labios juegan
con tu geometría extranjera.

A veces morías en mi infinito
yo revivía
en tu punto perfecto.

                         Ivana Szac (Argentina)






2 comentarios:

  1. Preciosa publicación, el nombre de esta revista me trae recuerdos muy lindos y de los otros. Lo mejor de todo esto es que capitalicé lo mejor y lo peor ya pertenece al pasado. Espero tengas el éxito que soñamos alguna vez y que sin duda ten merecés. Me encanta ser tu amiga virtual, beso de Alicora.

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  2. Muy linda esta revista. Buena la idea e la poesía por distintas temáticas.

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