viernes, 10 de agosto de 2012



Editorial

El silencio es uno de los argumentos más difícil de refutar, tanto que “se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar” decía Ernest Hemingway.
Nosotros, que hacemos de la palabra una forma de vida, una manera de respirar, estamos obligados a usarla como un caro perfume, sobre el exacto lugar en la piel, sin excesos, sin derroches, valorando cada punto, cada silencio, a fin de que tome vuelo y sea para los que la leen o la escuchan un remanso para todos los sentidos.
Habla sólo cuando tu palabra valga más que tu silencio.


                                                             Gabriela Delgado


Los clásicos

La palabra

La palabra pregunta y se contesta
tiene alas o se mete en los túneles
se desprende de la boca que habla
y se desliza en la oreja hasta el tímpano

la palabra es tan libre que da pánico
divulga los secretos sin aviso
e inventa la oración de los ateos
es el poder y no es el poder del alma
y el hueso de los himnos que hacen patria

la palabra es un callejón de suertes
y el registro de ausencias no queridas
puede sobrevivir al horizonte
y al que la armó cuando era pensamiento
puede ser como un perro o como un niño
y embadurnar de rojo la memoria
puede salir de caza en silencio
y regresar con el morral vacío

la palabra es correo del amor
pero también es arrabal del odio
golpea en las ventanas si diluvia
y el corazón le abre los postigos

y ya que la palabra besa y muerde
mejor la devolvemos al futuro

                                         Mario Benedetti (Uruguay) 












Yo persigo una forma...

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

            Rubén Darío (Nicaragua)












Algún día encontraré una palabra...

Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.


                                         Roberto Juarroz   (Argentina)













              La Palabra

Sueño o prodigio de la lejanía
Al borde de mi país traía 
Esperando a que la Norna antigua
En su fuente el nombre hallara -
Después denso y fuerte lo pude asir
Ahora florece y por la región reluce...
Un día llegué de viaje feliz
Con joya delicada y rica
Buscó largamente e hízome saber:
«Sobre el profundo fondo nada así descansa».
Entonces de mi mano se escapó
Y nunca el tesoro mi país ganó...
Así aprendí triste la renuncia:
Ninguna cosa sea donde falta la palabra.
                                       
                       Martín Heidegger (Alemania)
                           Versión castellana de Yves Zimmermann












Y si después de tantas palabras...

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!



                              César Vallejo (Perú) 













Pluma abierta




Nada más que palabras

Las palabras
amor mío,
viven
más que nosotros.

Las palabras
juntos, hijos, amanecer,
seguirán existiendo
y serán parte del temblor
al hacer el amor
o al llorar.

Como un legado
irán de boca en boca,
de mirada en mirada,
en el tiempo
y el mundo.

Y como un atavismo
extendiendo la mano
sobre la otra almohada,
diremos las palabras
abrazando al vacío.

Y escribimos
Amor.
Nada más que palabras.

                              Susana Siveau (Argentina)













Se adelantan palabras
desde lejos y solas
en un ir desde la rapidez
de aguas o vientos

vienen insobornables
arrastran quejas y heridas
golpean en un oscuro lecho
con ruidos universales

penetran en el fondo
de bocas que reclaman
el amor extinguido

y resurgen los cuerpos
se hace luz el llamado
desde un fuego interior

vertebrales acentos
dan vida todavía

Alberto Luis Ponzo (Argentina)













Ser palabra
  
                        A Carina Paz
   
Fue en su grito de noche a la deriva donde palpe el silencio

en su esplendor de vuelo consagrado a la fidelidad de la intemperie

y fue en su desnudez en cautiverio donde me alimentaron

esas migajas de universo destellando como soles oscuros.

Ya estaba allí el rostro de su sombra

el rastro majestuoso del abismo que le otorgo temblor y desmesura.

Cuando extendió su harapo de agonía domesticando cicatrices antiguas

nos condujo al umbral de  una penumbra vertiginosa y prodiga

expuesta a transparencia subterránea

a trascendencia en lo inconcluso.

Algo más fuerte que el dolor sostiene su resistente fragilidad

frente al soborno del hambre y al mandato del tiempo

mientras sus pies avanzan sobre brasas de aullidos inaudibles

y un lacerado amor la predestina al laberinto del lenguaje.

En su hilo de sangre se desangra el silencio de un Dios que espina lágrimas

de prometido desamparo

y el ángel la destierra a un exilio de duda vulnerable.

Ella yacía intacta de presagios en su crisálida de musgo

invisible a si misma

inasible en si misma

y una noche, abierta hacia el adentro

su oceánica voz rompió el capullo para desperezarse mariposa

en agua quieta, inmóvil, húmeda aun de sueños y memorias

que imploraban una gota de sed, esa inefable gota de espejismo sagrado

donde late el crepúsculo.

Centinela de verbo  caudaloso, hija de nadie

asume la vigilia feroz desde un acantilado de abandonos

despojándose de toda pertenencia y todo orgullo.

El ocaso la hospeda en un gemido de luz inapelable.

Y aunque ignore sus meritos

es elegida

la palabra la elije para espejar su nombre.

Su mendigo misterio de milagro.



                                             María Del Mar Estrella (Argentina)













La palabra

La palabra se adueña de mí,
se aferra a mis balcones,
propone trapecios y malabares,
visitar palacios, escombros,
me increpa a subir/caer,
descubrir brujos en mi almohada.

Que me torne hueco dispone,
que conozca la sal,
el vino, la herida,
que deje llover sobre mi cabeza todos los frutos,
que sea sismo, aire,
cemento y tango.

Se ufana de mis costillas,
de la fragilidad con que desando el hastío,
está en mi tenedor,
en la ducha, en la escalera,
al este y oeste de mis barrancos,
en los floreros, en la pecera, en los gritos.

La palabra se adueñó de mí.
Soy ahora esclavo
           célebre testigo de la belleza...


                                           Gustavo Tisocco (Argentina)









Mendigo palabra

La palabra se hunde en los rostros
la eternidad se hunde en los rostros
en los rostros que el viento y las arenas del tiempo
van puliendo
en los rostros que la memoria va puliendo

Ahora, fantasma, precaución del silencio
abandono mi cuerpo, salto al vacío
olvido muertes y razones
                                         mendigo palabra

                                                  Adalberto Polti (Argentina)

















2 comentarios:

  1. BUENÍSIMA SELECCIÓN. Un placer inmenso la lectura.

    Lily Chavez

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  2. Gracias Gaby, no sabía que estaba publicado. Un abrazote Gus.

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